Libertad y juventud eran los componentes de la brisa poderosa que mecía aquella masa, como ondula las mieses en primavera.
Tenían un horizonte en común, y eran los componentes individuales de eso genérico que llamamos voluntad. Cabezas y manos soñando con ser artistas, soñando con llegar. Y el primer día siempre era el más importante. Surgía en forma de velada respuesta a pasados interrogantes. Era el amanecer, la alborada de UN NUEVO MUNDO.
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